Aquellas rodillas dobladas.. fraccionadas en segmentos irregulares de las que crecían curvas interminables, de piel fina, suave, tan amable que se podía saborear vainilla en el aire, con esa calma de la que se cargaba el aire tras los espasmos, con aquella belleza en el rostro emergiendo desde el interior que, apenas duraba unos segundos en alta intensidad pero quedaba por algunas horas más en nuestro espacio, como millares de gotitas de agua diminutas formando una humedad de felicidad absoluta, absurda e injustificada por la fuente de datos. Claros y obvios por favor, tenga en su cabeza la opción de servir y no la deseche por la opción de solo alimentarse en una dirección.
Aquella ecuación olvidada por la no obligación a nada, cada uno su vida, su camino, su espalda y su herida con su daga clavada, la sangre, el hambre, la carne sin nombre, el alma de nadie, de tiempo y espacio destrozando el criterio, el vivir, el sentir, el deseo sin peros, sin mirar el final del pasillo con recelo.
Aquella mirada rehuida y su esquina en apertura casi inexistente en grados, aquella tirada de dados y ese azar que nos robó el resultado, esa infelicidad insaciable que siempre vuelve para vengarse por aquel tiempo reducido en que estuvo desterrada del alma, pero se mantuvo escondida entre esos problemas que existen aunque mires a otro lado y se acumulan agarrándose con fuerza a la espalda curvando la columna y generando tremendos dolores de cabeza que al final como un gran festejo explotan como fuegos artificiales en el corazón. Y tras la explosión, el hundimiento, restos de un navío de emociones dulces y amargas hundiéndose en el mar de vómito de la razón, un gran logro, como no! y bonito cuanto menos es ver alejarse aquellas rodillas dobladas, fraccionadas por la no obligación al amor sentido después de muerto, enterrado en el cementerio de las miradas derruidas y las mentiras descuidadas con demasiado maquillaje y almas podridas envueltas en papel de embalar.
sábado, diciembre 12, 2009
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2 comentarios:
Yendo de un blog a otro he recalado en el tuyo y he estado leyendo entradas antiguas. Me gusta tu manera de expresarte, tu manera de escribir. Sólo echo en falta alguna que otra fotografía.
Un abrazo,
adolfo marchena
La carne sin nombre... el agujero en el pecho...
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