Mi corazón se encoje cada vez que te veo, ya no creo en el vacío, ni en el ruido que destruía mis ganas de vivir, seguir con el lamento melodramático no tiene sentido si siento tu latido junto a mi.
Desdibujo las lágrimas y el dolor pierde su color, expando mi aliento por tu respiración con energía, ya no estampo mi odio frente al espejo, escapo de mi cuerpo dirección al espacio infinito, como pinceladas de vida que adormecen los temores. Ahora que te sientas junto a mí las sombras se transforman en luces de colores y hasta las flores de plástico albergan en su interior un millar de olores, fragancias del ayer, un ayer que ya no duele, que ya no esfervece en la sangre mientras corre por las venas casi quemándome las entrañas.
Ahora que si amanecen las mañanas, con su luz atravesando las rendijas de nuestra ventana entreabierta, puedo alzar el vuelo sin llanto ni pena, sin peso en la espalda, sin sentir el peso del pasado crujiéndome las vértebras.
Pero es una lástima estar tan lejos, abrir los ojos, sentirlos secos, sentir el pecho polvoriento y podrido.
Pero es una realidad que estemos tan lejos en el espacio y en el tiempo.
(después de ti no hay mas)
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