Pongo de manifiesto por última vez la palabra, la enésima vez que escriba a la jamás leída ni escuchada, agotada y seca en el intento en vano de generar algo, creación, destrucción, cambio. El adiós del lejano al sueño de la idea del concepto, llegar al nombre a través del hecho teórico que genera un movimiento solo con pasión, éste es el fin de ese amor o su evaluación negativa tras la última convocatoria. El adiós a la ofrenda que esclaviza a las escuchas ajenas, el final de la necesidad imperiosa del servir con la obra mental incesante que por fin, armada del desánimo expira ante las escasas miradas que jamás habitaron el espacio de la comprensión, solo el de una motivación falta de condiciones.
Pocos tendrán espacio en su línea de tiempo para el último discurso del desconocido y menos que mínima la sección que verá como se cae el tiesto tendido al fondo de un patio interior sin voz, sin futuro, sin honor.
martes, mayo 17, 2011
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