Manuel Mirage.

Manuel Mirage.
Pinceladas de hambre del hombre sin vida.

martes, noviembre 23, 2010

Casualidad en el metro.

Del placer de las ausencias, de las necias, de los saltos de cornisas del edificio más alto de Madrid y las peripecias, de tu mirada a la mía, casualidad de la vida o de los días viajando en metro. Ahí está, por un instante tan cercana, en el cruce de miradas, la explosión tras las huidas y los lanzamientos espaciales de los besos irreales que inventamos sin cruzar palabra alguna, el deseo de no llegar a la parada más cercana a casa, y en el regreso me siento caminar por un desierto hasta la cama más fría que pueda darse en esta galaxia distante que se expande ante mis pasos mientras pienso,” como cansa caminar con las esperanza engarzada al alma y la vida” conteniendo las ganas de correr despavorido buscando de nuevo tu sonrisa de muñeca encantadora que se mueve como por arte de magia.
Y recuerdo mi crueldad matando mi indeciso, incisivo, incorporándome del asiento armándome de valor y mi abrigo, dejándote, abandonando nuestra oportunidad de equivocarnos, y por fin, mientras imprimo mis ojos en los tuyos, desatas esa sonrisa de muñeca encantadora mientras me aproximo a la puerta y me despido de una desconocida con un simple pero en su forma sentido, “adiós”, ya estamos en “Lavapiés” y tu viaje continúa sin mí porque ya estoy fuera del tren y ahora camino por las aceras mientras en mi cabeza rebotan las posibilidades desechadas por el miedo mezcladas con el deseo de una nueva casualidad para verte otra vez.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ese día en el que desistas de seguir buscando a cada paso, ocurrirá. No sé si ya habrá inundado el frío invierno, la primavera o incluso el comienzo del verano, las calles de la ciudad de los trenes subterráneos. Pero no será una pasajera, no habrá más castillos que se deshagan en el aire, pues ya encontraste la casualidad de tu vida. Sé que tendrás valor y lo conseguirás. Entonces, en ese momento, todo, absolutamente todo habrá merecido la pena. Sonreirás allá por donde vayas porque tienes a tu mujer de porcelana. Querrás gritárselo al Mundo. Y yo, en la distancia, estaré aun más feliz que tú porque sabía que lo lograrías, sabía que todo era cuestión de tener paciencia.

;)