Soy lo que siempre he sido,
tengo lo que siempre he tenido,
una cama fría, vacía,
un abrazo a la almohada.
Recuerdos de horas largas,
de segundos y semanas
entre sábanas plastificadas
con tu olor...
Aun guardo ese tumor en el pecho,
que late tratando de vencer al tiempo,
que late tratando de partir el viento,
que le empuja a un finito dolor eterno.
Mientras, continuo en el intento
fallido de olvidar su rostro
y lo que es mucho mas grande,
allá donde nos lleva esa llave,
detrás de ese cerrojo.
Soy lo que siempre he sido,
tengo lo que siempre he tenido,
una cama fría, vacía,
un abrazo a la almohada.
Las manos vacías, las heridas vivas,
corriendo sin salida de emergencia,
observadas por la que entra
por la puerta de atrás descalzada
y de puntillas...
sigue aquí ese marrón húmedo.
esa tierra rellenándome la garganta
esa tierra asfixiante y amarga,
a oscuras, mi sábana y yo; yo y mi sábana,
la mañana radiante, mi persiana bajada
y por las rendijas ya no entra
la luz de tu planeta.
Soy lo que siempre he sido,
tengo lo que siempre he tenido,
una cama fría, vacía,
un abrazo a la almohada.
Las miradas bajas, la cabeza plantada
por si algo germina...
pero por aquí no crece nada.
El desorden, la ropa usada,
de la cama a la silla
y de la silla a la cama.
Los dibujos sucios, tristes
manchados con agua y betadine
pegados por las paredes
junto a mis notas descompasadas
melodías imposibles, ruido en pentágrama.
Menos mentiras, la esperanza matada
su huida marcada en mi piel cantada,
canción de sangre tintada.
solo soy lo que siempre he sido,
bonita mentira, tumba putrefacta,
fantasía obligada, mirada olvidada.
Espejismo, milagro, espejo carcomido.
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